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jueves, 17 de noviembre de 2011

El que es inteligente no quiere crecer, el que no lo es no crece.

Egocentrismo (según la RAE): Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales.
Egocentrismo (definición psicológica): El egocentrismo, un término que hace referencia a centrarse en el ego (es decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad. El egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.

Egocéntrica. Para muchos, es un término que expresa cualidades negativas, pero no puedo evitar escogerlo como principal adjetivo para describirme a la hora de hablar de mí misma. Quizás no se adapta con exactitud a mi persona, pero no conozco la existencia de otro que lo haga de mejor manera, y por lo tanto, es una palabra a la que no le encuentro ningún matiz reprobador. Utilizo el término egocéntrico para hacer referencia a quien tiene una alta autoestima, quien es egoísta y altivo hasta el punto de llegar a no serlo a ojos del resto, pues hay quien tiene tal confianza en sí mismo que no necesita demostrarle a nadie nada. Quizás mi propia visión del término no se parezca en absoluto a la universalmente aceptada, pero no muy en el fondo, tiene grandes parecidos. Este concepto es base de mi propia ética, donde para mí, yo soy el centro.
Considero a esta ética finalista y eudemonista, pues trato de alcanzar la felicidad a través de la satisfacción producida por mi persona, orientándola hacia lo que considero mejor (no por ello siendo mejor que el resto, pues todos tenemos distintas visiones de nuestro alrededor y del modo idóneo de comportarnos, y por tanto, distintas concepciones de la que es o no mejor forma de ser y de vivir). Tal vez porque me aferro a ella, considero en mayor parte cobarde a quien no trata de ser como le gustaría, o quizás hipócrita porque no lo admite, ya que creo que todos, en mayor o menor grado, nos planteamos el serlo alguna vez. Y al decir esto me considero de nuevo egocéntrica, porque opino que todo el mundo vive o trata de vivir del modo en que yo lo hago.
El fin del que hablo es prácticamente inalcanzable, para unos por poseer grandes ambiciones y para otros por idealizar la perfección, por lo que es absurdo obcecarse con ser, a nuestro parecer, perfectos siendo un hecho imposible: solo hemos de procurar ser algo mejores cada día, y apreciar cuanto lo merece cada rasgo de nuestra persona. Basar nuestra felicidad en cualquier otra cosa que no seamos nosotros mismos me parece un acto suicida, pues nada a nuestro alrededor es estable ni puede producir tal confianza. Al contrario, este hecho puede desencadenar una obsesión por mantener algo estable debido a la falta de confianza en que perdure. Todo en este mundo es volátil.
Esta ética no es universal y como todo, llevada a un extremo es perjudicial: la virtud, base de la felicidad, en la mayor parte de los casos está en el término medio. Quizás muchos consideren que quien centra todos sus esfuerzos en tratar de ser como cree que debería, ignorando cualquier otra cuestión, debe ser calificado de enfermo mental. Pero claro, ¿dónde está el límite entre locura y cordura? O es más ¿qué es un loco? Todo depende de los conceptos que consideremos como válidos.
A mi parecer, el límite entre locura y cordura se traspasa cuando realizamos actos que nos hieren a nosotros mismos, y por tanto, un loco es aquel que se sale de los límites de la coherencia hasta el punto de producirse a sí mismo sin motivos razonables una serie de dificultades o problemas.
Entonces, ¿es más acertado llamar loco a quien se sale de los límites de lo coherente que a quien carece de capacidad de decisión y sigue la corriente del resto, sin siquiera cuestionárselo, siendo así una máquina que actúa a merced de los demás? ¿o es más acertado hacerlo a aquel que cuestiona todo lo que ocurre a su alrededor?



¿Cuántos creyeron tener alguna vez el mando?

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